20 de noviembre de 2014

Le digo Cielo.

Ha pasado lo que algunos no creían, me tiene entorpeciera, enamorada, ilusionada, embobada. La conocí por casualidad o destino. 

Ella es todo lo que yo buscaba. Llegó, me  encanto, la adore y la quise conmigo. Realmente no soy una persona celosa pero ella saca a relucir esa parte en mi que desconocía.

La quiero para mi, no como objeto, la quiero como la persona que amo, que me imagino un futuro (esto es nuevo, yo QUIERO un futuro).

Adoro su forma de regañarme cuando se enoja
Adoro su forma de reir cuando la veo por Skype
Adoro la forma en que me mira cuando cree que estoy distraída por Skype
Adoro la forma en que dice mi nombre 
Adoro su voz soñadora
Adoro cuando me dice "amor"
Adoro cuando se enoja y me reclama por celosa
Adoro sus "buenos días" y "buenas noches" por igual
Adoro el "Hola Amor" titilando en mi celular cuando regresa de sus clases
Adoro el "eh" que pone a veces en la pregunta para saber si estoy prestándole atención 
Adoro las canciones que me dedica cuando se pone cursi
Adoro que me cuestione cuando quiere saber algo 
Adoro que sea directa en cuanto a lo que quiere y como lo quiere
Adoro su amable forma de explicarme su mundo cuando a veces no entiendo
Adoro esa sonrisa que me vuelve loca 
Adoro su manía por desvelarse estudiando 
Adoro que me arrulle cuando no puedo dormir
Adoro sus palabras de aliento cada vez que me siento mal
Adoro esa obsesión por la pizza 
Adoro que cuando le digo "hoy dormimos temprano" se ponga a convencerme de lo contrario
Adoro su forma de decirme las cosas
Adoro esa carita de enojo cuando dice que no le presto atención 
Adoro que me escriba para todo y nada
Adoro esos mensajes que me manda cuando tengo algo importante que hacer
Adoro que sea una persona amable y dulce
Adoro que ella tenga las cosas que me faltan
Adoro cuando me chantajea para que me duerma temprano
Adoro esos besos que me manda por mensajes
Adoro ese "¡Chispas!" cuando se le olvida algo que tiene que hacer
Adoro sus guiños sobre los planes a futuro
Adoro que se preocupe por mi
Adoro sus pláticas hasta la madrugada
Adoro cuando dedica tiempo para llamarnos y decirlos lo mucho que nos queremos

En una simple oración...

Amo a Cielo porque, es ella y nadie más.

La amo porque Cielo es para mi, lo máximo. No quiero a nadie más que a ella, es la persona que llegó solo para mi. Es simplemente mi Cielo, MI MUNDO.

Hey, yo.

Hola Jan de 19 años:

Hoy quiero decirte que a pesar de tus pendejadas y subirte al tren del mame por personas que son causa perdida, aprendiste cosas. ¿Cuales? Son muchas, has crecido como persona y es grato saber que ahora eres crítica en cuanto a pensamiento, todo con el humor ácido que te caracteriza. 

Han pasado muchas situaciones sabes, te fuiste casi un año de intercambio a GDL, al final todo resulto provechoso reencontrarte con D, se limaron asperezas a pesar de que se provocaron más problemas que antes. 

Conociste a muchas personas, las que llegaron a ser tus mejores aliados en una ciudad en la que apenas te estabas entendiendo y bueno, también conociste a una persona muy especial, más especial de lo que ha sido alguien para ti. Lo malo es que se dieron cuenta cuando te regresaste a tu ciudad, el lado bueno es que a pesar de las altas y bajas, la relación esta funcionando. Últimamente te ha dado por escribir cosas cursis. Si, estas a tope de enamorada. Esa chica te agarró en curva, caíste y aquí estamos. Es difícil llevar una relación a distancia pero, ella lo vale. Déjame decirte que ha sido lo mejor que te ha pasado desde hace mucho. La amas aunque tu dijiste que nunca volverías a querer a alguien así. Soy feliz.

No nos ha ido mal, ya has empezado el diplomado y los trámites para titularte, que por cierto te traen en chinga. De tus mejores amigas, cada quien por su camino. Se han distanciado. Sabías que no durarían, son tan tú que ya te acostumbraste a no depender de ellas. 


Hola y adiós, Jan de 19 años. Gracias por suceder, estamos felices. Se que pasaste momentos difíciles pero aunque no lo creas los valieron, cada uno. 

Atte. Una Jan de 23 años.

10 de febrero de 2011

“ - Y pase lo que pase, acabaras arrodillándote a su merced cada vez que ella lo quiera - “

Palabras que aun recuerdo y que rondan constantemente por mi mente, simples pero a la vez con tantos significados.

Aquí estoy, encerrada y esposada en una celda de interrogaciones, de esas que puedes ver en un programa de las 4 de la tarde, los fines de semana. Los típicos chicos buenos, contra los maleantes.

¿Por qué estoy aquí? Mhh, digamos que he sido una niña muy mala. Sobre todo, estas últimas horas no me he comportado “muy yo” y eso es lo que tiene a más de medio mundo extrañado de mis arranques de ira y soberbia, que muy rápidamente me están consumiendo.

-¿Qué pasó? Sabemos que ella estaba contigo -. Me dijo el sujeto que me tenía retenida desde hace ya muchas horas

-¿De verdad quieres saber? -. Lo mire retadoramente y sonreí complacida al ver que el tipo se estaba desesperando por no sacarme la información que necesitaba.

-No te hagas la lista, tenemos pruebas que nos conducen directamente a ti-. El tipo se posó enfrente de mí y me lanzó a la mesa varias fotografías de las cuales ya me daba por enterada. En ella salíamos ella y yo felices, sin preocupaciones, como si fuera un principio.

-Vaya, que buen trabajo inspector, parece que por fin hace algo bien. Debo de admitir que son las mejores fotos que he visto en vario tiempo-. Dije yo ojeando como pude las fotografías, aunque no podía del todo y se me escapaban por las manos.

En ese momento en mi cabeza se avecinaban recuerdos

*FlashBack*

Íbamos caminando por la callejuela bohemia de esos lugares, yo como siempre me perdía un tiempo en mis pensamientos, hasta cuando ella me sacaba de mis cavilaciones con un simple comentario.

-Sabes, eres tierna cuando tienes un semblante tranquilo.- Dijo ella probando un poco del helado que compramos en un establecimiento, en el cual casi me peleaba con el dueño porque no tenían mi sabor preferido. Al final termino convenciéndome de que me comprara algo más para la ansiedad.

-No hagas esos comentarios, que no soy una cría-. Le reclame con algo de sonrojo en mis mejillas.

Ella tenía el poder de manipularme como quería, y yo como esclava de su bella sonrisa y su desmesurado encanto, la obedecía hasta la más mínima y absurda petición.

-Te amo-. Le dije yo, aunque aun no creía habérselo dicho. Aceptémoslo, yo no soy de esas personas que expresan lo que piensan y mucho menos lo que sienten, pero por lo menos esta vez me arriesgué a poner todo mi amor y mis ilusiones en esas dos palabras que tenían un significado inmenso para mí.

-Yo también-. Dijo ella con un distinguido sonrojo que cubría hasta sus orejas. Se veía tan tierna que te provocaría abrazarla.

*Fin FlashBack*

Al recordar estas simples acciones, no puede evitar que me salieran varias lágrimas de felicidad, mezcladas con una infinita tristeza. Para mi ella es mi todo, por lo mismo no me gustaba verla sufrir, y menos cuando yo provocaba eso. Me sentía toda una basura, sentía que no merecía su amor.

-Sé que la amas y por eso debes de decirnos donde esta-. De nuevo el inspector tratando de sacarme información.

-Intente lo que quiera, yo no diré ni una sola palabra-. Me levante de la silla y le di la espalda, mirando mi reflejo en el cristal.

Durante largo tiempo estuvimos intercambiando miradas a través del reflejo del cristal. Pasaron unos minutos de solido silencio, cuando su celular suena.

-La encontramos, estaba encerrada en un almacén-. Escuche que decían por el intercomunicador.

-Sí que son rápidos-. Pensé. –Yo creí que tardarían más tiempo-. Alcancé a decirle al inspector mientras tomaba las su saco del perchero.

-Tienes suerte de que te conozca, porque si no, no tendría piedad-. Me dijo tirando de mi camiseta a manera de reproche. Lo que aproveche para quitarle las llaves del bolsillo del saco.

-Vaya Inspector, que descuidado es-. Me quite las esposas y patee al tipo en la rodilla, sin antes darle una de mis cínicas y retorcidas sonrisas maniacas. –Pero lastima de usted que nunca llegara a salir de este cuarto-. Prontamente me apresure a desarmarlo.

Tome su pistola y le apunte directamente a las sienes, pero antes de que jalara el gatillo, se abrieron las puertas de la sala.

-¿Qué haces? Amor baja el arma-. Me miro ella con los ojos aterrados y con un miedo visible en sus facciones.
Voltee el arma hacia mis sienes.

-Te amo, espero que comprendas porque lo hice y espero que en algún momento me perdones. Te amo, te amé y te amaré hasta la eternidad-. Dicho esto, la bese por última vez y jale el gatillo.

La imagen que vi, fue su cara aterrada y las palabras que alcancé a susurrar fue un “Te extrañaré”